miércoles, 7 de mayo de 2014

Una visita a los Wichís

UNA VISITA A LOS WICHÍS


Niño wichí de la comunidad de Tonono
Por circunstancias casi accidentales, a mediados de Mayo del año 2003 tomo contacto con el Ing. Agr. Gustavo Cabrera, quien está a cargo del móduloNOA del PROAPI, (Proyecto Integrado de Desarrollo Apícola), dependiente del INTA.  
En ese marco, se realizan periódicas visitas a varias comunidades indígenas de la etnia “Wichí”, ya que se entra dentro del proyecto de asistencia financiado por el CAPI (Componente de Asistencia a Poblaciones Indígenas).  

Enterado de esto, solicité acompañar a los técnicos para conocer estas comunidades y especialmente, tomar notas sobre el funcionamiento de sus economías, las que son muy distintas según la comunidad de que se trate. Algunas tienen aún un fuerte basamento en la economía de recolección. Otras han adoptado las formas comerciales que todos conocemos.


Para las personas que nunca hemos tenido contacto con una comunidad indígena, el concepto de “indio” tiene una serie de ideas erróneas o difusas que pueden variar casi sin límites dependiendo de los contextos de cada uno. 
Partimos de la base del mal uso del vocablo, porque “indio” es el gentilicio adecuado para aquellas personas que nacieron en la India, y no para nativos de América. A veces se reemplaza el término por “nativo”, que tampoco representa la idea adecuada, ya que el término es aplicable a las personas que nacieron en determinado lugar y por lo tanto, todos los que nacimos en América somos “nativos americanos”. Nos queda entonces reconocer el término adecuado: “aborigen”, cuya etimología es “ab-origen”, o sea “desde los orígenes”, u “originario” de cierto lugar. Cabe aclarar que algunos pretenden aplicar a la partícula “ab” el carácter de privativo, lo que redundaría en que "aborigen" representaría un “sin origen”, cosa equivocada.  Ver etimología
Del "Diccionario Etimológico de la lengua castellana", Dr. Pedro Felipe Monlau, Octubre 1943:
Aborigen
: del prefijo "ab" que equivale a "sin", y "origo", "origimis", "origen", como quien dice, "sin origen", de origen desconocido, sin otro origen que el primero. ´(... Sin embargo,) La etimología más razonable es la más comunmente admitida de "ab origene", la cual parece como que mencionó y explicó Virginio en el libro VII de la Eneida, versículo 180 por los siguientes versos:
Saturnusque senex Janique bifrontis imago/  vestíbulo adstabant aliiqe AB ORIGENE reges. Aborígenes, pues, se llamaban en particular los pueblos que desde el origen habían habitado el Lacio, y de una manera general, los primeros habitantes, los naturales de un país por oposición a los colonizadores y a las razas que han ido de otras partes a establecerse en él. Los latinos llamaban "aborígenes" a los pueblos que los griegos denominaban "autóctonos". (Del griego "autos", sí mismo, y "chthon", tierra, país. Esto es: del mismo país indígena)
Ya que estamos en tema: la etimología de "indígena", según el mismo diccionario, es:
Indígena: De "in", "inde", "en", y "gignere", "genitum", "engendrar", "nacer", esto es: "nacido en el lugar que habita".

Por otra parte, la ficción del cine y los documentos fotográficos antiguos nos pueden traer confusiones al olvidar que estamos en contextos temporales distintos, por muy fuerte que se hubiera mantenido la tradición y cultura del aborigen en cuestión. Eso, sin contar con las ambientaciones o conceptos totalmente equivocados desde el “vamos”. Por esto, si bien sabía que no me encontraría con las imágenes de la fantasía, no alcanzaba a imaginar cuál sería la realidad y era un incentivo a mi deseo de conocer.
Así es que el 9 de Junio de 2003 parto de la terminal de Tucumán rumbo a Tartagal, provincia de Salta, donde me reuniría con el equipo técnico y emprenderíamos el viaje a Pacará y Tonono.

Los accesos

En el mismo Tartagal hay una comunidad Wichí: la misión Lapacho II, que no era parte del objetivo. Ellos son casi una historia aparte.  Tomamos la ruta que lleva a Paraguay, para llegar así a los dos destinos de ese día: Pacará y Tonono.
Se trata de la ruta 86, la que es una ruta

Añadir leyenda
Nacional que forma pare de la traza de la ruta internacional bioceánica. Quizás un nombre que confunda un poco: si imaginamos una autopista de cuatro carriles con pavimentos impecables, aptos para el comercio internacional o de tránsito, estaremos inimaginablemente lejos de la verdad. La ruta es de tierra, sobre un terreno arcilloso que hace que con las lluvias se transforme en intransitable para un vehículo común. Los Unimog del Ejército tienen alguna opción, hasta que también para ellos se hará intransitable si es que las lluvias continúan. Los técnicos que visitan a estas comunidades muchas veces deben ser transportados por estos vehículos y alguna vez tuvieron que hacer una larga “cortada” a pie por el monte hasta llegar a destino, porque ni esos poderosos camiones podían hacer frente al rigor del camino.
El día del viaje –y por ende, el día en que fueron tomadas las fotografías que ilustran la nota, fue una excepción a nuestro favor: había llovido un poco la noche anterior, en la medida justa como para que el polvo se aplaque sin llegar a hacerse un pantano o barros jabonosos. Aún así, a partir e cierta altura la ruta se hace tan incierta que resulta mejor hacer un desvío entrando por un camino privado que luego se convierte casi en una senda. (Ver foto
siguiente)

Las comunidades Wichís

Después de casi una hora y media, llegamos a “Pacará”, pueblo Wichí con el cacicazgo del don Santos Basualdo. Hechas las presentaciones de rigor, todos se mostraron muy propensos a colaborar y responder a mis preguntas y pedidos de fotografías.
De paso por Pacará
En esta comunidad se está aplicando el programa “Pro Huerta”, del INTA . Lo interesante es que se trata de un pedido de la propia comunidad. Esto es, no hay aquí una alteración cultural impuesta, sino una respuesta a lo que la comunidad consideró una necesidad. Así es que Graciela Romero, Ing. Agrónoma, técnica del programa Pro Huerta, avisó de su llegada y orientó sobre algunos trabajos que debían hacerse hasta la tarde, cuando regresáramos de Tonono.
Mientras tanto, en la escuela los chicos mantenían sus actividades con la única maestra para los 7 grados de la primaria. 
Partimos inmediatamente a Tonono, acoplándosenos el cacique Santos Basualdo, su hermano Eleuterio y tres hombres más que querían visitar Tonono. 
Acceso por el desvío - camino privado

A partir de aquí, el camino es una verdadera senda con tantos cruces que -si no se es muy baqueano- se puede derivar a cualquier lugar, menos al que se quiere llegar. Esto hacía que en más de una oportunidad nuestros pasajeros orientaran sobre el rumbo correcto en los desvíos. En la foto de la izquierda se puede observar cómo el camino se hace más angosto y la huella más primitiva. Debemos aclarar algo: ésta es la parte buena de la senda, en un día perfecto para viajar. Todo ese barro rojo se transformará en un lodazal infranqueable en épocas de lluvias.
Actividades en Tonono
A la escuela de Tonono acuden niños criollos, guaraníes y wichís. No sólo van a clases: también almuerzan en la escuela. Los pequeños que no tienen edad escolar acudirán a la hora del almuerzo con su plato y cuchara para acoplarse al almuerzo. La escuela está atendida por dos maestras y una cocinera.
También aquí está funcionando el programa Pro Huerta y en esta oportunidad, además de la visita, controles y enseñanzas sobre la huerta, Graciela había programado enseñarles a fabricar leche de soja, lo que se puede ver en nota aparte.
La distancia en kilómetros entre Pacará y Tonono es muy poca; sin embargo pude notar cierta diferencia entre el comportamiento de los niños de uno y otro lugar. Me llamó la atención que en general, son más curiosos y activos los niños de Tonono. Comenté a Gustavo algo que no me gustó: algunos niños estaban jugando en forma violenta, golpeándose con sus mochilas. Gustavo me aclaró que ésos eran criollos: ni los guaraniés ni los wichís hacen ese tipo de juegos. 
Como se puede ver en la fotografía, la escuela es un edificio de buena construcción y relativamente nuevo: la anterior escuela fue llevada por la creciente del río, años atrás.
En las aulas, todavía se ven los decorados que aluden al pasado 25 de Mayo: no puede dejar de resultarme particular pensar que los niños guaraníes y wichís deben aprender a loar los próceres de una revolución que continuó despojándolos de sus tierras. Al fin y al cabo, no fueron ellos los beneficiarios de la independencia. Ellos lo resumen de una única forma: hablan del "blanco", sin distinguir si se trata del blanco pre o post 1816.
Continúan pidiendo por sus derechos y por el reconocimiento de su cultura, a 187 años de la Independencia.  
En la foto, los niños en el "aula chica": apenas les dije que haríamos una foto, se dispararon sobre los bancos e inmediatamente se quedaron quietos como una estatua: el contraste entre la rapidez con que ocuparon los bancos "para la foto" y su estaticismo posterior fue muy llamativo y simpático.  



Las fotos podrían haberse hecho con 10 segundos o un minuto
de exposición; posaban en absoluta inmovilidad. Muy simpático.


El agua en Tonono
El agua abastece a la comunidad en general y se obtiene de un pozo en la escuela, el que originalmente tenía una bomba eléctrica que funcionaba con un pequeño grupo electrógeno. Lamentablemente, a la fecha de esta visita ya habían pasado 9 meses desde que se rompió el motor y el agua tiene que ser obtenida con el siguiente proceso:
Paso 1: Una cuerda pasa por la roldana de la torre y sostiene al tubo que baja por el caño del pozo. Una persona se ata esta cuerda a la cintura y debe correr aproximadamente unos treinta metros para levantar el tubo con 4 litros de agua.

Paso 2: La persona que está en el pozo retira el tubo y lo acerca a los baldes, destapándolo de abajo para volcar el contenido del cilindro.




Paso 3: Llenados los baldes, la persona que tiene la soga se acerca para que el tubo vacío pueda regresar al pozo. Los baldes se trasvasan a los bidones.
Paso 4:  
 Los bidones se trasladarán en este carro hasta sus destinos.
En la foto, Eleuterio Basualdo. (De visita en Tonono, ya que él pertenece a la comunidad de Pacará).

Si no hay pozo, son las mujeres las encargadas de proveer el agua. Para ello caminan hasta 5 kilómetros para llegar al río y de ahí regresan con los pesados tachos de 20 litros.

Algunas personas los califican de "vagos". Para pensar.
La falta de la bomba de agua se vuelve un problema aún más grave cuando se piensa que de ese pozo debe extraerse el agua para regar la huerta, puesta por ahora en un terreno de aproximadamente una hectárea, lo cual es bastante para abastecer de agua en cantidad apropiada.
En la foto, Graciela revisando la huerta seguida por las mujeres guaraníes, en este caso. Las fisonomías Guaraní y Wichí son bastante distintas. Además, las guaraníes jamás usan pantalones, sus polleras son largas hasta los tobillos y generalmente, con muchos colores.
Sobre el fondo se puede observar un tipo de cercado con troncos, muy sólido y de muchísimo trabajo: en la visita al cacique mostramos detalles.
Un punto interesante acerca de la huerta:  Fue interesante cómo en cierto lugar de la huerta, las líneas de plantación respondían a distintas figuras geométricas, lo que usaron las maestras para combinar el contacto con la huerta de parte de los niños y también algunos conceptos de geometría. Por ahora no hay fotos: trataremos de mostrar algunas imágenes más adelante.



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Aprendiendo a preparar leche de Soja
Consumir soja resultará algo muy positivo para estas comunidades. Su producción animal se limita a cerdos, cabras y gallinas; por lo tanto, la producción de leche con la que cuentan es la de cabra, resultando muy escasa para su consumo. Su dieta tampoco abunda en proteínas.
Incorporar la leche de Soja cubrirá ambas deficiencias. Por otra parte, debido a un programa nacional, los productores de soja disponen de un porcentaje que deben donar en concepto de ayuda social; esto permitiría a guaraníes y wichís, contar con un cupo de soja gratis, alimento al que además pueden almacenar. Como todos sabemos, la soja no sólo se consume por la leche que se produce: también se producen otros elementos aptos para consumir, aportando calorías y proteínas necesarias para una dieta adecuada.
Cuando llegamos a Tonono, ya Beatriz, la cocinera de la escuela, tenía el fuego listo y las cacerolas con el agua caliente.
Reunidas las mujeres que debían aprender el trabajo, Graciela comenzó por mostrar el trabajo de "amasado" de los granos para aflojar la cascarilla, que luego se elimina remojando la soja y sacando la cascarilla flotante.
Por la timidez natural que tienen, hubo que convencer a las niñas para que participen; una vez que comenzaron, continuaron la tarea de muy buena gana.
Una vez lavada y eliminada la cascarilla, la soja se muele ya sea en morteros o a máquina: en este caso los técnicos llevaron una máquina manual de moler carne para ahorrar tiempo. Hasta tanto la escuela se provea de una máquina similar, el proceso de molido será a mortero.


Cocción

La soja molida se coloca en la olla en una adecuada proporción de agua, y después del tiempo necesario de cocción, la leche está lista para ser colada y agregarle cierta proporción de azúcar y sal para que las características se asimilen a la leche de vaca.


Mientras hierve la soja, siempre hay tiempo para unos mates y repasar las instrucciones del proceso.


Volvemos al proceso: El colado puede hacerse con telas o con coladores comunes de trama fina.
La tela trae algunos problemas, ya que la harina de soja cubre los poros haciendo un poco lento el colado.
Con lo que queda de la soja, se prepararán milanesas, hamburguesas o guisos. Y una nota curiosa: la espuma que la soja va arrojando al hervir se retira, y una vez fría se puede aplicar para las paspaduras de la piel.


Al terminar el proceso de colado, la leche puede ser utilizada para consumirla en forma directa o bien para preparar quesos, con los mismos procedimientos utilizados con la leche de vaca.


El azúcar que dijimos que se agrega, es para nivelar los valores con le leche de vaca; por lo tanto, al momento de consumirla cada uno le agregará más azúcar a su gusto, como lo hace también con la leche vacuna.
En este caso, la cocinera trajo chocolate y se preparó una buena cantidad como para chicos y grandes; con muy poca soja se logró una importante cantidad de leche.
En la foto, Gustavo, las mamás y los niños observan atentamente el proceso de disolver el chocolate: ya era la hora en que el apetito se hace notar.
Los chicos acompañaron el chocolate con pan casero, al que probamos y podemos asegurar que se trataba de un excelente producto.




Chicos Wichís



Chicos Guaraníes
Con esto, para Gustavo y Graciela quedaba terminada la tarea en Tonono; ahora había que regresar a Pacará para completar las tareas con la huerta (Graciela) y con los apiarios (Gustavo).
Mientras tanto, los chicos quedarían esperando un rato más: aún les faltaba comer el almuerzo. Sí, así como lo están leyendo: apenas terminado el chocolate, vendría el almuerzo. Y les aseguro que lo terminaron.




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Visita al cacique José Galarza
Al poco tiempo de llegar a Tonono, fui invitado por Eleuterio Basualdo a visitar al cacique de la zona, don José Galarza.
En la imagen se puede observar el dormitorio, al fondo. La mesa, el fogón y a la derecha, la troja.
Eleuterio pidió permiso para tomar la fotografía, ya que las mujeres que estaban en ese momento sólo hablaban lengua wichí. Si bien me dieron permiso para las fotos, apenas enfoqué una de las mujeres salió rápidamente hacia un costado y la mujer que está en la foto miró hacia atrás dando la espalda a la cámara, y allí quedó inmóvil hasta que yo terminé con "la sesión" y me alejé. Este comportamiento no puede tomarse como una constante, ya que en otros casos posan con gusto y en el caso de los hombres, hasta lo piden.
Eleuterio fue un excelente guía: me explicó cuáles eran las casas de los guaraníes y las de los wichís. El tipo de vivienda que pude ver se compone de cuatro módulos separados entre sí. Uno de ellos es el dormitorio, el que tiene una galería que se transforma en una extensión del dormitorio en el verano. Más allá está la cocina, que es un techo con sólo una o dos laterales cubiertas. El baño es el cuarto módulo, bastante más alejado de los primeros.
Algunas casas tienen además una "troja", que es una construcción en troncos que forma una bandeja sobreelevada del piso entre unos 40 o 90 centímetros, donde almacenarán zapallos, calabazas, batatas, maíz en marlo y otras alimentos.
La troja es, en definitiva, un depósito. No todas las casas cuentan con una y tampoco todas tienen techo, que se cubren en forma precaria con alguna chapa cuando están llenas.
En la foto se puede observar la troja con un importante volumen de alimento.
Traducciones de Eleuterio mediante, nos enteramos que el cacique estaba trabajando en la construcción de la empalizada del cerco, así que partimos hacia ahí guiados por dos jóvenes de la casa. En el trayecto íbamos en fila india y pude conversar un poco con Eleuterio. Me costó un poco escucharlo, ya que él iba adelante y los wichís hablan en voz muy baja: el silencio de la zona hace que no haga falta levantar la voz. Si uno se expresa en el volumen que usamos normalmente, ellos pensarán que el que habla está enojado, porque no tiene porqué gritar.

En realidad, los sonidos se propagan en forma increíble y es posible escuchar el "clo clo" de una gallina a la que apenas divisamos. Personalmente, me sentí muy pero muy bien con esto y lo interpreto también como una forma de respeto: por el ambiente y por el prójimo.

En camino al cerco, encontramos otra muestra de la laboriosidad wichí: un horno carbonero. No tiene la forma de los carboneros "profesionales", pero su función es la misma. Se coloca la madera y se la cubre con barro; luego se enciende el fuego dejándose una chimenea. Una vez que está bien encendido, se tapan las entradas de aire. Al no tener el oxígeno en abundancia, produce una combustión lenta quedando el carbón como resultado.
Al fondo se pueden observar los parantes para lo que será la cerca de ese sector.
Finalmente llegamos: el cacique, hombre mayor, estaba trabajando él solo levantando la empalizada, cortando los troncos y luego haciendo una rústica talla en los encuentros, para lograr un mejor calce.





Proceso de la empalizada:
Los troncos deben ser cortados del monte y preparados en su largo adecuado.
La línea por donde se construirá la empalizada debe ser limpiada, se cavan los pozos para enterrar los parantes y se colocan éstos en hilera, de a pares.
En el espacio intermedio irán los travesaños que formarán el vallado.





El vallado requiere de una importante cantidad de palos, y tiene dos "medidas": desde el suelo y hasta un metro y medio, aproximadamente, debe ser muy ajustado y con poco espacio entre palo y palo, para contener el avance de cerdos. Por encima de esa medida, los palos pueden estar más espaciados.
Para dar firmeza y reducir el espacio entre los palos, las puntas deben ser trabajadas.



Labrado de las puntas de los travesaños: en la foto se ve un detalle del trabajo. Se aplanan los palos para que el ensamble sea más firme y a su vez, se reduzca el espacio.

Este tallado se hace a pura hacha. En realidad, es una especie de hachuela de mango largo. Pequeña y muy filosa. Los wichís son excelentes hacheros, con gran habilidad para el labrado de postes.










Cabe reiterar que el cacique, él solo, estaba haciendo esta tarea en una cerca que no creo equivocarme si estimo su perímetro en unos seiscientos metros, resultante de un rectángulo de aproximadamente 200 metros por 100 de lados. Algunas personas los califican como "vagos".
Entrevista al cacique
El trámite de inicio de la conversación me desorientó un poco. Después de tomar las fotos de la cerca, el cacique comenzó a caminar hacia el centro del huerto, sin decir palabra. Lo acompañé sin entender qué pasaba. Llegado al centro, se detuvo y continuó en silencio unos minutos, con su mirada dirigida al extremo del cerco. Interpreté que estaba "sintiendo" el lugar, su lugar, y que esperaba que yo hiciera lo mismo. No sé si la cosa pasaba por ahí, pero me agradó eso que entendí como una muestra de sano y merecido orgullo. Luego, comenzó a contarme "lo que a él le contó su padre" respecto a sus antepasados. 
El cacique José Galarza en su cerco. Allá al fondo, la empalizada. Las plantas que se ven son batatas de distintas variedades.
La nación Wichí estaba más al norte, y como producto de las guerras comenzaron a bajar. Antes, el monte era rico: había muchos más animales y vivían mejor. Ellos iban al monte a juntar "mielito", preparaban el "agua dulce", pescaban y cazaban. Hoy todo eso continúa pero en niveles mínimos.
No eran ni son guerreros, así que las armas que tenían eran usadas fundamentalmente para la caza. Hoy en día cazan con hondas, utilizando piedras o unas bolillas que confeccionan con barro arcilloso y que al secarse son proyectiles aptos para la caza.
También es importante conocer su criterio: jamás destruirán un ser vivo porque sí. Sólo para lo que necesitan y punto. Así lo entienden en su armonía con la naturaleza, con el "dueño del monte" a quien respetan.
Cabe aclarar que el cacique José Galarza no sólo es bilingüe, sino que además estuvo en Buenos Aires, en España (tanto en la península como en Canarias), como representante de agrupaciones indigenistas en distintas reuniones y trámites. Al mismo tiempo, es un hombre de sólida tradición y no le gustan los cambios que está viendo entre su gente. No le gusta que sus niñas se comiencen a mezclar con los "blancos" y pierda sus tradiciones.


El casamiento wichí
Una de las historias que me contó fue la forma de unión tradicional del wichí. Llegado el momento en que la mujer "quiere hombre", o que el hombre "quiere mujer", esto será comunicado a sus padres, quienes se encargarán de buscarle pareja. Para eso tanto los padres del varón como de la mujer, verán y analizarán la conducta y las habilidades de la posible pareja. Sólo si están conformes, se aceptará la unión. Esto sucede alrededor de 18 años, pero no se concretará sino hasta un par de años después.

Si bien el cacique no me comentó sobre esto, me enteré que la pareja aceptada por los padres debía internarse al monte y elegir un árbol, que sería el indicador de su futuro. Si al cabo de un tiempo (supongo que de los dos años que hablaba el cacique) el árbol se secaba, era el signo de que el matrimonio no funcionaría. Por el contrario, la lozanía del árbol indicaba un buen futuro.

Parece que hoy las cosas ya no son tan así. Los chicos se unen sin el permiso de los padres y a muy temprana edad, lo que generalmente deriva en fracasos y la pareja se separa al poco tiempo.  En caso de haber hijos resultantes de esta unión, si el varón abandona a su mujer, los responsables de mantener al niño son los abuelos paternos.


El trabajo y los malos hábitos
Los wichís tienen muy en claro la importancia del trabajo. Por eso el estudio que los padres hacen sobre el futuro esposo o esposa de sus hijos. Saben del valor del trabajo, y también saben del daño de los vicios, como el alcohol.
La bebida alcohólica que preparan es el "agua dulce" o (Guarapo, según los guaraníes), preparación que se hace en base a miel disuelta en agua, cocida y luego saborizada con frutas que a su vez le aportan la levadura para la fermentación. Hoy en día, la comunicación con la "civilización", los bolsones que reciben y los dineros recibidos a partir de los planes trabajar hacen que sus hábitos comiencen a cambiar. Ahora están obligados a ir a la ciudad a cobrar, y ahí toman contacto con otras cosas: el tetrabrick es una realidad y los ancianos conocen muy bien el daño que puede producir. Por eso, algunas comunidades son muy estrictas con este tema y no permiten en su grupo a quienes no controlan el consumo de alcohol.  

Fin de la visita
En realidad, habría mucho más para hablar; pero el cacique debía continuar su cerca y yo regresar a la escuela, donde seguramente el trabajo de los técnicos ya estaría cerca del final. Hay que volver a Pacará para comenzar el trabajo allí.

Me despido del cacique dejando "la puerta abierta" para una posible segunda visita, que espero poder hacer pronto.

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Actividades en Pacará
Sorpresas en el camino de regreso
Camino a Pacará, en determinado momento los pasajeros de la camioneta nos piden parar. Estábamos pasando por lo que fue el primer pozo petrolífero de YPF.
En el lugar estaba a la vista parte de la obra civil del pozo, profundos bloques de hormigón para sostener las torres de extracción.
La foto muestra, de izquierda a derecha: Eleuterio Basualdo, otro integrante del grupo de Pacará, y el cacique Santos Basualdo, (hermano mayor de Eleuterio). Al frente, el caño del primer pozo petrolífero.
La apariencia exterior es idéntica a la de los pozos para agua que vimos en otras fotografías.
Obviamente, el pozo no tiene petróleo. Aún así su profundidad es de varios metros, llegando hasta una napa de agua. Ambas cosas se pueden saber al arrojar una pequeña piedra por el caño.
En esta oportunidad, Eleuterio cuenta algo que repetiría luego en la grabación: Habían sucedido muchos accidentes fatales en las construcciones, y eso se debió a que el señor del monte  (Nilataj) había cobrado esas vidas por las extracciones de petróleo.
Puede escucharse la grabación en esta misma página. (Más abajo está el link)
Continuando por el camino, encontramos un cerco para animales, con su pozo y cilindro de extracción (similar al de la escuela), pero con algo que no podía dejarse pasar por alto: la canaleta y el bebedero.

En Pacará

Camino a Pacará, en determinado momento los pasajeros de la camioneta nos piden parar. Estábamos pasando por lo que fue el primer pozo petrolífero de YPF.
En el lugar estaba a la vista parte de la obra civil del pozo, profundos bloques de hormigón para sostener las torres de extracción. 
La foto muestra, de izquierda a derecha: Eleuterio Basualdo, al centro otro integrante del grupo de Pacará, y el cacique Santos Basualdo, (hermano mayor de Eleuterio). Al frente, el caño del primer pozo petrolífero. 
La apariencia exterior es idéntica a la de los pozos para agua que vimos en otras fotografías.
Obviamente, el pozo no tiene petróleo. Aún así su profundidad es de varios metros, llegando hasta una napa de agua. Ambas cosas se pueden saber al arrojar una pequeña piedra por el caño. 
En esta oportunidad, Eleuterio cuenta algo que repetiría luego en la grabación: Habían sucedido muchos accidentes fatales en las construcciones, y eso se debió a que el señor del monte  (Nilataj) había cobrado esas vidas por las extracciones de petróleo.

Continuando por el camino, encontramos un cerco para animales, con su pozo y cilindro de extracción (similar al de la escuela), pero con algo que no podía dejarse pasar por alto: la canaleta y el bebedero. 
Aquí van las imágenes.






El bebedero o "bateón", es aún más sorprendente que la canaleta: ese tronco tiene aproximadamente dos metros y medio de largo con un diámetro de unos 60 centímetros, y fue calado para alojar el agua para los animales. 
Sobre los laterales internos se le hace una cubierta con ladrillos y cemento para proteger la madera, ya que la fibra queda muy expuesta en ese corte.  
Se estima que ese trabajo puede llevar entre 4 días o una semana a un buen hachero.

Lo curioso es que lo que puede llevar más tiempo es la "rodeada", que es la senda que se debe hacer en el monte para sacar el tronco hasta el camino más cercano, y así llegar finalmente hasta el destino final.










En Pacará


Cuando llegamos, los integrantes del grupo Pro huerta ya habían realizado las tareas indicadas por Graciela en la mañana, así que se pusieron a trabajar con lo que seguiría luego.

Las cosas no son fáciles allí. La huerta debe preservarse de hormigas, vizcachas, del calor, la sequía y el exceso de agua, según la época.  No obstante, la difusión de la huerta entre las distintas familias es reconfortante para los técnicos, ya que sin recibir presión alguna, varias familias comienzan a poner sus propios huertos en sus casas, al ver los resultados de los huertos comunitarios.

El montículo que se ve en la foto, marcado por el círculo, es un hormiguero. De casi dos metros de diámetro y de unos cuarenta centímetros de altura. Los técnicos deben combatirlo con elementos naturales, por cuestiones de costos y de no contaminación ambiental.





Vizcacheras, a unos 200 metros de la huerta. Lógicamente, no son las únicas ni las más cercanas
Esta huerta es más pequeña que la de Tonono.

La cerca es con alambre tejido y tiene su tanque de 1000 litros para riego, al fondo, frente a la construcción.
La construcción que se ve al fondo es la sala de extracción de miel. Pacará tiene su grupo de apicultores, en el programa a cargo del Ing. Gustavo Cabrera.
Abajo: los integrantes del grupo de aprendizaje.










Los apiarios

Las colmenas están ubicadas a una distancia prudencial del caserío, y fue mi intención tomar algunas fotografías, pero dos cosas atentaron contra el intento: estaba nublado y era tarde, lo que no daba suficiente luz para una toma con tele...  y las abejas no me estimulaban a acercarme sin equipo de protección como para usar el flash.
El sistema de producción se hace con reglas claras puestas por el programa: el que trabaja, está dentro. El que no, queda fuera inmediatamente y sin más trámite. Esto funciona bien y los mismos integrantes del grupo reclaman a quien comienza a flaquear: o se corrige o se va.
Por el momento, hay treinta y tres colmenas con las que se comienza el trabajo -(A Junio del 2003). Se espera que se multipliquen a partir de su propia producción de material vivo.
También es importante para la comunidad wichí de Carboncito, donde tienen sus estructuras comerciales sólidamente armadas: hay artesanos que venden sus productos a mayoristas de Buenos Aires que distribuyen en todo el país y exportan, y también carpinterías que producen muebles de algarrobo, palo santo, palo blanco y cedro. Estas carpinterías están asesoradas por el Ing. Cabrera para la producción de colmenas, alzas y cuadros, cosas que no son fáciles de conseguir. En Tucumán, por ejemplo, deben ser adquiridas de Misiones, donde se las produce en cedro o eucaliptus.


Aunque nos duela...

Hay en Pacará una construcción relativamente importante: el hospital. (les debo la foto)  Su construcción es de material, con puertas y ventas de aluminio, con mosquiteros y rejas, con puertas internas de madera lustrada, piso de granito y techo de chapa con cielorrasos de madera. Baño instalado completamente, cocina, dos habitaciones, sala de espera y dos consultorios. ¡Maravilloso!   Entonces, ¿porqué el título dice... "aunque nos duela"?

El caso es que este hospital fue construido hace unos diez años por un cuerpo de marines de los EEUU, en el marco de un programa de colaboración. (A la derecha, foto de la placa puesta en la pared del hospital).

Un dato interesante: el tiempo de demora de la construcción fue de 21 días. Nuestra vergüenza es que desde entonces, jamás tuvo un médico. Pasaron esos años y no fue posible que el gobierno (ni nacional ni provincial) pusieran un médico aunque sea en forma periódica.
Caso aparte sería la colaboración de una joven odontóloga que junto a una amiga médica hacían el recorrido ad honorem, contando solamente con la colaboración del ejército para el transporte. Lógicamente, eso no sucedió por mucho tiempo a pesar de las buenas intenciones de estas jóvenes profesionales. El resultado es que recibimos esa ayuda de USA teniendo todas las posibilidades de haberlo hecho nosotros, y se ha dejado en la nada en cuanto a su funcionamiento.
Eso sí: hay quienes dicen que las 4x4 de los políticos no faltan allí cuando hay vísperas de elecciones. Después de todo, 100 votos son 100 votos.




Entrevistas
Completadas las tareas, la tarde se está agotando. Al pie del estribo le pido al cacique un saludo en lengua wichí. Me gustaría escribirlo, pero no puedo alcanzar a distiguir su fonética.  Sólo pude aprender una cosa: Am Tena, el saludo de encuentro que significa algo así como "hola, ¿cómo estás?"  o "yo me doy a vos".
(Tengo un archivo MP3 con el saludo, pero no tengo cómo subirlo. Trataré de "buscar la vuelta" para hacerlo)
El cacique Santos Basualdo, de Pacará



Como encargado de mantener la tradición y difundir su cultura, no podía dejar de lado las preguntas a Eleuterio, quien fue bastante locuaz. Nos explicó acerca de la relación del hombre con el señor del monte, quien les da lo que necesitan pero ellos saben que no deben abusar de esa generosidad, bajo riesgo de recibir una enfermedad.
El único que tiene poder para hablar con el señor del monte es el curandero, quien interpreta lo que le pasa al enfermo y por ese motivo puede curarlo. También aclaran que esto no siempre es posible, y a veces ni el curandero puede llegar a curar.
Los accidentes que se producen no son porque sí: son designios del señor del monte, a quien asimilan como "la pachamama". Aclaremos que "pachamama" en quichua es "madre tierra", y que no es una palabra del lenguaje original wichí. Ellos la aplican a modo de explicación de quién es el señor del monte. Para ellos, el Nilataj
El hermano del cacique, Eleuterio Basualdo, de Pacará. Eleuterio se encarga de preservar y difundir las historias de sus ancestros y asiste a las reuniones indigenistas, como también a algunas entrevistas con el Presidente de turno

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Conclusiones personales


Cuando pensé en conocer la economía de los wichís, considerando a priori que se trataba de una economía primitiva de recolección, creo que no había tomado conciencia de algo que ahora considero muy importante: no se puede entender la economía de los wichís si no se entiende primero su cultura.

Entender la cultura de un pueblo. No sé si es posible entender, sentir, palpar algo que no se vivió, y más cuando se trata de una cultura de 7000 años. 

Un punto a tener en cuenta: el wichí confía. El wichí no tiene dudas de que obtendrá lo que necesita, porque el dueño del monte le permitirá obtenerlo. Su enorme capacidad de adaptación, quizás herencia de sus siglos de pueblo nómade, le permite pasar períodos de escasez sin demasiados problemas, sabiendo que eso se revertirá en algún momento. Por otra parte, ese mismo historial nómade hace que no puedan estar apegados a demasiados bienes materiales. La migración se hace casi con lo puesto.

Estas cosas, confianza, capacidad de adaptación y su historial nómade, quizás son las claves para entender que ellos no manejen como nosotros el concepto de reserva. Sus reservas están en sus trojas, en sus majadas y nada más. Manejar el concepto de reserva de valor deriva en un concepto que puede llegar a ser trágico en el hombre: el concepto de riqueza material. 

Comprender el concepto de reserva de valor también puede ser muy complejo en una sociedad cuyas necesidades son las básicas, y por lo tanto no existe la tentación de la sociedad de consumo. El wichí cuando tiene comida, come. Y come muchísimo, tanto como su panza aguante, y su panza siempre les pondrá un límite. Ésa es su única seguridad y su única necesidad. Su vivienda, sus utensilios, su mobiliario, todo está en el monte; sólo algunos pocos bienes son producidos fuera de su hábitat, y son los que les llegan por donaciones: el bolsón o donaciones de campañas de ayuda Algo de ropa, harina, arroz, aceite y alimentos como ésos que no se encuentran directamente en el monte, todo está en los bolsones. Es decir que tampoco para esto necesitan manejar el concepto de reserva: las cosas simplemente les llegan. 

La cuestión religiosa es coherente y coadyuvante a esta idea: el señor del monte les hará conocer su desagrado si sacan más de lo que necesitan. Por lo tanto, nada hace que acumular riquezas materiales tenga sentido; no hay un "porqué".

Y cuando reciben cosas, hay un concejo de ancianos que repartirá según las necesidades de cada familia. El concejo de ancianos no cobra gastos reservados, no cobra sueldo, no tiene gastos de bloque ni recibe coimas. Simplemente administra los bienes que recibe en función de las necesidades, porque nuevamente se ve la coherencia de pensamiento y de acción. ¿Porqué dar a quien necesita? Y a no olvidar... el que no necesita piensa... ¿para qué pedir? 

Sé que hay quienes califican estas conductas como pancistas o francamente productos de la haraganería, y después de ver cómo trabajan, los esfuerzos que son capaces de hacer para obtener el agua o empalizar su cerco, no veo que dichos conceptos puedan caberles en lo más mínimo. Indudablemente que sus criterios no coinciden con los nuestros, y debemos saber que no podemos medir sus actos con nuestra medida.

Capítulo aparte merecería el análisis de saber hasta dónde nosotros podemos estar equivocados. Hasta dónde nosotros estamos siendo castigados por el "señor del monte" como producto de buscar más cosas de las que necesitamos. La necesidad: otra gran trampa de nuestros días. Se escribió tanto sobre ella que empapelaríamos medio planeta con teorías; las necesidades primarias, las secundarias, las sociales... y todo tiene un viso de verdad. Ahora bien, en el fondo, no sé si todas las llamadas "necesidades sociales" son tan válidas. ¿Valdrán la úlcera que tenemos porque no tenemos tiempo ni para disfrutar de la comida? ¿Valdrán los infartos, el estrés, las taquicardias, las angustias, los insomnios? ¿Valdrán los tiempos que nos faltan para compartir con nuestros seres queridos?

Pienso si el señor del monte no se está cobrando caro algún desequilibrio.

El punto es que la confianza en la Providencia, el respeto por la Creación, el control de las ambiciones desmedidas, la solidaridad con el prójimo... me suenan a cosas conocidas y que a veces parecen reservadas sólo al ámbito litúrgico. Porque del dicho al hecho....

Tampoco puedo caer en la ingenuidad de pensar que en nuestra realidad socio económica podamos volver a la naturaleza, podamos vivir como los wichís más primitivos. Desde luego, no se puede. Sin embargo, estoy seguro de que sí se puede pensar dos veces en una relación que nos enseña la propia técnica económica, o de administración: la relación costo - beneficio que nos produce hipotecar la vida. Para eso sólo hace falta un ingrediente: incluirnos a nosotros mismos entre esos costos y beneficios. Incluir nuestra tranquilidad, nuestra felicidad.

No, amigo lector: creo que no estoy en una nube y sé que es difícil, sé que el espacio que uno deja es ocupado por el otro, sé que las armas del otro serán impiadosas con los débiles. Simplemente creo que quizás, conocer los verdaderos límites sería una buena cosa para vivir mejor, y descubrir el gran secreto: el equilibrio.

Por último, quiero reiterar algo que está en la introducción, en negrita en la primera página: no hay una sola comunidad de wichís. Están los de Pacará, muy cercanos al monte y sus creencias ancestrales, y están los de los centros más urbanos, empresarios de carpinterías imbuidos en ésta nuestra "civilización". De ellos, no puedo hablar más de eso: sólo sé que no son idénticos.

En síntesis: No se puede entender la economía de los wichís sin entender su cultura.

¿Será acaso posible entender nuestra economía sin ententer nuestra propia cultura? Y algo un poco más difícil: ¿Realmente conocemos nuestra cultura?


Hasta la próxima






                                                                                       Luis Maderuelo





2 comentarios:

  1. Luis Maderuelo... El Profe de Contabilidad de colegio "El Salvador"de Yerba Buena??

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